La ‘start up’ SOCIALAB está en Latinoamérica y su objetivo es encontrar nuevas soluciones a problemas de pobreza

Es una ‘start up‘ con un fuerte aire solidario. Se llama SOCIALAB,está en Latinoamérica y su objetivo es encontrar nuevas soluciones a problemas de pobreza: “Queremos cumplir sueños para ayudar a mucha gente”. En la práctica, lo que hacen es actuar como una plataforma que ayuda a poner ciertos problemas sobre la mesa, para que la gente los resuelva y empiece a detectar, acelerar y financiar emprendedores sociales, que den la forma productiva a llegar a millones de personas.

¿Existen otras empresas como la vuestra o habéis sentado algún precedente?

Yo digo que es bastante loco y lindo. No hemos visto nada parecido en el mundo. Hoy en día tenemos tremendas tecnologías que nos están permitiendo hacer cosas increíbles. Gracias a la tecnología los negocios pueden tener escala y llegar a millones de personas. Nuestra pregunta es: “¿Qué pasa si pensamos un poco menos en el dinero como el centro de todo nuestro que hacer y pensamos en el ser humano y en sus necesidades?”. Nuestra idea es utilizar las herramientas de las tecnologías y los negocios para encontrar soluciones a problemas sociales. Suena muy lógico, tal vez es como el capitalismo debería haber evolucionado.

Julián Ugarte estudió diseño industrial con el sueño de “inventar algo para mejorar el mundo”. En 2007, con 25 años, puso la semilla de lo que ahora es SOCIALAB Latinoamérica, fundación con sede central en Chile que da soporte y subvenciona 40 empresas con base social y soluciones tecnológicas que pueden llegar a tener un impacto directo sobre 40 millones de personas.

Ahora tienes 33 años y eres el director ejecutivo de SOCIALAB Chile y SOCIALAB Latinoamérica. Ponme ejemplos de esas empresas a las que dais ayuda…

Un ejemplo, tecnológicamente sencillo, sería el que hemos aplicado en los barrios más vulnerables donde la gente no gana tanto dinero y donde muchas veces no reciben un salario mensual fijo. Estas personas acaban comprando poco a poco por lo que cuesta ir al mercado y agrupar su compra. Por ejemplo, compran detergente en formato pequeño o minutos de teléfono con prepago. Al final, como no aprovechan la economía de escala, les resulta más caro comprar lo mismo. Entonces, un equipo instala unas máquinas dispensadoras donde las personas ponen una moneda, digamos un euro, y pueden sacar una carga de detergente o de arroz.

Más proyectos…

Hay otro proyecto, que lo hizo un español, José Luengo-Oroz, que es un juego online donde voluntarios pueden convertirse en “cazadores de malaria”. Se trata de buscar parásitos en diferentes muestras de sangre reales y digitalizadas, de modo que se consigue un diagnóstico colaborativo. Y muchas cosas que están ocupando las tecnologías pero siempre buscando un impacto social positivo, ya sea el ahorro para las personas, llevar agua, mejorar la educación…

Tenéis una plataforma de innovación abierta, con más de 280.000 usuarios inscritos, y planteáis un desafío, en formato de competencia, donde dais premios de capital para los ganadores que plantean una idea. ¿Los usuarios son de Chile o de otros países de Latinoamérica?

Nosotros tenemos oficina en Santiago de Chile; en Montevideo, Uruguay; en Bogotá, Colombia y en Buenos Aires, Argentina. Yo diría que la gran mayoría son de Chile, pero se reparten por toda América Latina. Son ya 284.000 usuarios. Con Coca-Cola vemos cómo alguien puede llevar agua a los lugares donde no había con una tecnología disruptiva o una empresa de telecomunicaciones que te demuestra que las telecomunicaciones pueden diagnosticar la malaria. Por eso vamos dando premios, para que los emprendedores puedan tener un capital semilla para probar esta tecnología. Les invitamos a un trabajo colaborativo donde trabajamos todos juntos durante seis o siete meses con cada una de estas compañías.

Estas 40 empresas tienen todas una base social, un requisito fundamental que es ayudar a los demás y uno de vuestros grandes mecenas para la financiación de vuestros proyectos es Telefónica y contáis con el apoyo permanente de instituciones co-fundadoras como el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Movistar-Chile…

Con Telefónica y Movistar tenemos un gran sueño que es apostar para que la tecnología no sea un fin sino un instrumento para crear una sociedad mejor. Eso creo que es lo que más nos vincula. Telefónica llega con una tecnología y nosotros tratamos de encontrarle utilizaciones sociales.

Se detecta que cada vez necesitamos ayuda para más colectivos. ¿Vuestra colaboración también llega a Cataluña o a España?

De momento no ha llegado.

¿Por qué?

¡Tenéis que ayudarnos! Me he juntado con gente muy interesante de Cataluña y Barcelona es una ciudad que me encanta. Pero no es tan fácil, no somos mecenas, somos gente muy normal que hemos levantado ésto con mucho esfuerzo. Creo que en general es necesario que la sociedad se replantee un poco el paradigma de éxito y que hagamos que la gente con más dinero en el mundo sean los que traten de generar más bienestar y no necesariamente a partir de utilidades que no le hacen tan bien al mundo. Estamos haciendo un bien a la sociedad, especialmente donde más se necesita.

Vuestro objetivo concreto es erradicar la pobreza en Latinoamérica. La pobreza es la peor lacra social en muchos países ahora mismo…

Creo que el problema es que tenemos un forma de relacionarnos muy individualista, egoísta y poco empática. Todavía hay cerca de dos mil millones de personas en el mundo que no tienen acceso regular al agua potable. Si uno piensa que pudiese inventar un dispositivo que costara 100 dólares para una familia que barre el agua de no sé dónde, estamos hablando que necesitamos 20.000 millones de dólares para solucionar este problema, o 200.000 millones de dólares.

¿A cuánta gente habéis ayudado ya a través de SOCIALAB?

Desde que comenzamos -hace un año y medio o dos- con la plataforma con la que buscamos emprendimiento, digamos que llegamos aproximadamente al millón de personas. Pero es insuficiente. En el mundo hay 7.000 millones de personas y el 63% del mundo gana menos de 1.500 dólares al año, lo que significan dos o tres dólares diarios. O sea que lo que nosotros estamos haciendo es absolutamente insuficiente teniendo en cuenta el tamaño de la necesidad global del mundo.

 

TalentoDigit@l, en colaboración con de DALE CARNEGIE

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